lunes, 27 de mayo de 2013

Rick Astley - "Whenever you need somebody" (1988)

El videoclip de "Whenever you need somebody" es la traslación audiovisual del viejo refrán "una cosa es predicar y otra dar trigo", ya que, como veremos, la letra y el video están en flagrante contradicción. Agradecemos desde aquí a Miguel, fiel lector de esta Casa, que nos pusiera en la pista de esta pieza, rodada en Gran Canaria, con lo que por segunda vez Mil y un videos tiene un ataque de terruño, tras el "Winds of chance" que Su Alteza Serenísima Estefanía de Mónaco perpetró en Tenerife.

El pizpireto pelirrojo inglés Rick Astley triunfó en la segunda mitad de los años 80 de la mano del trío de productores Stock, Aitken y Waterman, a los que Rayco, la otra mitad de este blog, ya definió con insuperable maestría en la entrada dedicada a "Specially for you" de Jason Donovan y Kylie Minogue. Recordemos sus acertadas y cariñosas palabras:

"Stock-Aitken-Waterman (SAW) son un trío de productores y compositores británicos que, en la segunda mitad de los 80, nos bombardearon con metralla a base de un pop mierdoso y prefabricado que gozó de gran predicamento en toda Europa. En nuestro país recibieron el apoyo de una célula terrorista formada por el trío 40 Principales, Rockopop y la Superpop".

Como verán, ni sobra ni falta una coma.

Como no es fácil dar con información sobre quién es el responsable de este videoclip, vamos derechos a su disección, que es lo que interesa. Reseñemos simplemente que SAW ya había producido esta canción anteriormente para una cantante llamada O'Chi Brown, pero sin el menor pudor la reciclaron apenas un año después para que la cantara Astley, a la vista de su más que previsible mayor tirón. Imagínense la cara de O'Chi al enterarse, como si la pobre no tuviera suficiente con llamarse así.

Rick Astley está cantando en su estudio de grabación (del que no sale) y una muchacha, a la que suponemos sentimentalmente ligada a él, engrosa las estadísticas de turistas británicos que visitan Canarias eligiendo la capital de Gran Canaria y la playa de Las Canteras para pasar unos días de relax.


Atentos porque los pies de Rick Astley no se alejarán más de treinta centímetros a izquierda o derecha del pie de micrófono, un perfeccionamiento del ochentero "baile de la baldosa", acompañado por un movimiento de manos que hace que nos preguntemos quién le quitó las maracas.


Y hela a ella aquí en Las Canteras, la gran playa de la capital grancanaria, en el año 1988. Lo que se ve al fondo está ahora un poquito cambiado (ejem).

Las incongruencias ya empiezan en el momento en el que ella se desviste en la playa. Para empezar, ¿qué es ese plano gratuito del trasero en el 0:33?



La muchacha está en buena forma, eso no lo vamos a discutir, pero según avanza el video me descoloca que se quite el blusón en la playa, dejando los pechos a la vista de todo el mundo, para luego colocarse el sujetador del bikini (0:40). ¿Qué te costaba ponértelo antes de salir? ¿A qué te lo pones ahora si ya te ha visto las domingas todo dios?



En el 0:51 hace su aparición una tele que veremos en los lugares más inopinados, retransmitiendo en directo la interpretación de Rick Astley, al que se ve que le daba pereza estar yendo hasta Canarias para rodar un video. Esta vez sobre unas rocas, la primera tele a pilas (¿dónde enchufas eso?) de la historia de los videoclips nos muestra a Rick cantando que, en el momento en el que necesitemos a alguien, él nos traerá su amor.

El video contiene otro de mis más queridos topicazos de los años 80: si estás en un playa, o en una piscina, te tropezarás y te caerás. Eso es así. Es la ley que le faltó enunciar a Newton.


Playa / piscina + tropezón y caída = indisolubles como un matrimonio del Opus


Es de destacar que el peso de las pulseras y los pendientes no la haya arrastrado hasta el fondo del mar, aunque si así hubiera sido seguramente Sandokán habría estado al quite (broma exclusiva para canarios)

Cuando esta joven se cansa de Las Canteras, se vuelve al hotel "Reina Isabel" en cuyas piscinas se solaza, risueña y radiante, a pesar de que su empeño en ver a Rick Astley a través de la televisión pone en peligro a los potenciales usuarios, al situar un aparato eléctrico al borde de una piscina. Muy mal por los responsables de seguridad del hotel, muy mal por ella y muy mal por Rick Astley también.


Esto es un peligro. Y esa tele ahí puesta, también.

Mención especial para las coristas de Rick Astley y su plano de gloria en el 2:03, un breve segundo que condensa casi todo lo que en estética daba de sí ese loco año de 1988: pantalón sobaquero, chaqueta corta de piel, chaqueta "oversize" con hombros de torero...

Mientras está en la playa o en la piscina, a la protagonista se la ve bien, contenta, relajada, como tiene que estar alguien de vacaciones. Pero es llegar al 2:30 y empezar a ponerse mohina, porque baja al bar y se da cuenta de que no tiene con quién echarse unas copichuelas o un vaso de agua Firgas (con botella presente en un involuntario product placement). Y ante esa triste perspectiva, ¿qué decisión toma esta muchacha?



En efecto: hacer la maleta y marcharse de Gran Canaria. Así que, para entendernos, Rick Astley lleva dos interminables minutos y pico cantando que cuando necesitemos a alguien, él vendrá con su amor, ¡y es ella la que tiene que ir a buscarle! ¡Ella es quien tiene que abandonar sus vacaciones para ir a buscar al moñas éste que sólo sabe mover los pies de izquierda a derecha! Rick, esto no me lo esperaba de ti.

Y encima se va en un Concorde, con lo caro que salía el billete. Pero la joven tiene tanta prisa por verle que no le importa pagar un sobrecoste con tal de volar más rápido. 

Rick Astley, aquí no te has portado como un caballero, siento decírtelo así. No se puede ir por la vida con la incoherencia por bandera. Más te vale haber compensado a la rubia como es debido.




viernes, 17 de mayo de 2013

Sophie Ellis-Bextor "Murder on the Dancefloor" (2001)

Los lectores habituales de este blog (ante todo, gracias) posiblemente se han percatado de la fijación que yo, la mitad masculina de "1000yunvideos", tengo con los nombres rimbombantes (también me gusta la palabra "rimbombante"). 

Pues hoy voy a hablar de la cantante inglesa con nombre de aristócrata, Sophie Ellis-Bextor. Musicalmente no me apasiona, aunque las hay peores, así que mi atracción por ella es meramente física. Esos ojos verdes aderezados con una mirada un tanto fría, y esa piel pálida y perfecta de muñeca de porcelana (frase acuñada por la mitad femenina del blog) hacen que me imagine a Sophie como una perfecta espía de Europa del Este que intenta matar y/o se acuesta con 007.




Tras una breve experiencia como vocalista del grupo "The Audience", en 2001 publicó su primer álbum, "Read My Lips". Este "Murder on the Dancefloor" fue el segundo single del mismo.





El vídeo está dirigido por Sophie Muller, una de las grandes del mundo del videoclip y de la que ya hemos comentado alguna obra suya aquí, y está centrado en un concurso de baile por eliminación al estilo de "Danzad, danzad, malditos" (1969) pero con menos dramatismo, claro.

El primer plano es el objeto de deseo de Sophie Ellis-Bextor, unos brillantes zapatos dorados. Sophie participa formando pareja con un tipo que tiene la misma capacidad para bailar que ella, o sea, ninguna. Algo que es un pequeño contratiempo para ganar el concurso.

Ante tal situación, Sophie decide recurrir a todo tipo de artimañas para eliminar y vencer a sus rivales. Como si fuese una mezcla de Mourinho y Pepe en los clásicos, Sophie maneja el juego sucio en todas sus variantes.

Zancadillea, desnuda, intoxica el refresco de los tres paquistaníes que poco antes habían dado una exhibición coreográfica (por cierto, a uno de ellos lo habían eliminado anteriormente), tira una pastilla de mantequilla al suelo y provoca malentendidos amorosos en otra pareja. Al menos no se dedicó a patear a rivales caídos o pisar manos. Claro que el concurso de baile no fue en el Bernabéu.

Y ahora, unas cuantas fotos de Sophie:


Poniendo cara de asco y desprecio

Con sonrisa hijoputesca

En plan sexy, intensa y mirando de reojo

Pasándoselo bien

A estas alturas tengo claro que Sophie me pone enfermito (que diría Flanders) ponga la carita (modo Flanders still "on") que ponga.

Cada vez queda menos gente en pie, y tras dormir con cloroformo a una miembra (Bibiana Aído siempre en nuestro recuerdo) del jurado, decide hacer lo que tenía que haber hecho desde el principio, seducir al presidente del jurado.

¿Se saldrá Sophie con la suya?,
yo y mi afición por las preguntas tontas

Sophie sale victoriosa y recibe una diadema, un fajo de billetes y los zapatos dorados (que es lo que le hace ilusión). Su compañero sólo una ramo de flores (y mucho me parece). Y Sophie celebra su triunfo poniendo caritas sonrientes.

No hay mejor forma de acabar un vídeo



lunes, 6 de mayo de 2013

R.E.M. - "Losing my religion" (1991)

En el libreto de su recopilatorio "In Time", R.E.M. reconocía que su historia como banda se dividía en dos partes bien diferenciadas, marcadas por el abrumador éxito de "Losing my religion". El pepinazo que dio R.E.M. con esta canción fue de los que hacen historia, siendo una de los temas más radiados del año, y convirtiéndose en un hit que ha perdurado sin estropearse. No se trata de un clásico noventero que caducara con la década, ni mucho menos.

El video para esta canción (nacida a partir del afán del guitarrista Peter Buck por tocar la mandolina) fue dirigido por Tarsem Singh, un director indio que empezó su carrera con videoclips, pero que después se lanzó al cine, debutando con "The Cell", en 2001, una película protagonizada por Jennifer Lopez, en la que el gusto del hindú por las imágenes retorcidas e inquietantes se desbocaba sin cortapisas.

La mano del director se deja sentir en el video de "Losing my religion" mucho más que la mano de la propia banda. El clip es una sucesión de imágenes evocadoras pero sin un sentido articulado a partir de sí mismas. Quizás refleje así la propia letra de la canción, cuyo verdadero significado sigue siendo un pequeño misterio. El cantante Michael Stipe ha explicado en alguna ocasión que es una canción sobre amor no correspondido, pero ciertamente la letra es tan ambigua que puede aplicarse a contextos más diversos.

La atmósfera es muy irreal, como de ensoñación. Los integrantes de R.E.M. (los cuatro vestidos en tonos blancos y negros) se mueven por una habitación casi desnuda, de forma muy discreta los músicos y mucho más melodramática el propio Stipe, que termina agitando los brazos un poco locamente como si no supiera qué hacer con ellos sin un micrófono en las manos (in crescendo, desde el 1:56 en adelante).

Los chicos aquí sentados...

...y Michael casi todo el rato de pie (de hecho, en el 1:20 hace amago de levantarse de la silla pero no llega a hacerlo, para sorpresa del cámara)

El video mezcla sin aparente criterio imaginería religiosa católica e hindú con imágenes que recuerdan a la iconografía soviética de fábricas y obreros, y a estampas claramente inspiradas en la pintura de Caravaggio y su uso de las luces y las sombras.




De hecho, si hay algo parecido a una línea argumental dentro del videoclip es la caída de un viejo ángel, mal custodiado por un ángel negro, desde un cielo paradisiaco a un interior ambientado en el siglo XVII. Allí, los lugareños le tratan con una mezcla de temor, respeto y burla (sólo a Tarsem Singh se le ocurre un ángel con peluquín), e incluso uno de ellos, como Tomás el Apóstol, hurga en la herida del ángel, ante su sorpresa, para cerciorarse de que es real.


"Losing my religion" (expresión hecha para "perder la paciencia" o "perder la compostura" en el sur de Estados Unidos) sigue siendo un video peculiar y cautivador, maravilloso, para una canción que emociona igual cada vez que la escuchas. Te obliga a escuchar y atender, porque sientes que la letra y las imágenes, más de veinte años después, aún necesitan ser desentrañadas.