viernes, 18 de julio de 2014

Madonna - "Justify my love" (1990)

La Ciccone ha hecho su carrera basándose en una premisa: "vengo calentita y quiero que todo el mundo lo sepa". Esa forma abierta de exponer su sexualidad a día de hoy, resabiados como estamos en el siglo XXI, no nos parece novedosa, pero en los Estados Unidos de Reagan fue un desafío a la moral predominante, y tuvo su mérito. Cuando terminó el reaganismo, a Madonna se le había quedado pequeña la heterosexualidad desenfadada que exhibía, y decidió ir un paso más allá con el tema "Justify my love", uno de los dos singles inéditos de su primer recopilatorio "The Immaculate Collection".

"Justify my love" es una ensoñación sexual más o menos explícita, demasiado para los estándares de la época, y sus ambigüedades, su fetichismo, sus encajes y sus sugerentes imágenes resultaron ser un coste inasumible para la MTV (que aún emitía videoclips) y otras cadenas musicales. El video fue, no censurado, sino directamente excluido de la programación. Pero no hay adversidad ante la cual Madonna no se crezca, y ya que el video estaba grabado, lo empaquetó como "videosingle", lo vendió a 10 dólares la unidad, y se forró. Hasta la fecha sigue siendo el videosingle más vendido. Para cuando MTV accedió a emitirlo, sólo de madrugada, ya Madonna le había sacado todo el partido económico a su pequeña joya de la provocación.

La canción es de las más sensuales de la carrera de la de Detroit. No canta, recita la letra que le escribió Lenny Kravitz (que hace los coros), con su voz grave y jadeante, sobre un fondo levemente trip-hopero. El video lo dirigió Joan Baptiste Mondino, director de videoclips y fotógrafo francés, de factura elegante, que optó por un blanco y negro antiguo, de grano grueso, al estilo del cine europeo de los años 60.

El videoclip transcurre en un hotel de París, al que Madonna llega con su maleta y con lo que parece una cierta migraña.

"No me he traído el ibuprofeno"

Su partenaire masculino en el videoclip es el que en aquella época post-Warren Beatty era su pareja, el actor y modelo Tony Ward, de cuya carrera no tenemos mayores noticias ni antes de conocer a Madonna ni después de que ella rompiera con él. Cabe pensar que Ward le daba a la Ambición Rubia mandanga de la buena, porque de lo contrario no se explica que se juntara con este hombre de pelo churretoso.

El hotel por cuyos pasillos Madonna deambula es una especie de hogar de la decadencia y la libertad sexual, según se deduce de lo que se ve a través de las puertas abiertas de las habitaciones.

Un bed&breakfast no es

Como el sexo va muy bien para la jaqueca, Madonna se apresta a ello mientras Tony sale de una habitación atraído por la rubia que va como despistada y que luce un abrigo por todo llevar, ya que vemos que debajo va directamente en lencería:


El pasillo es incómodo, así que Madonna y Tony se van a una habitación a seguir dándole al tema:

Esa lencería es divina

Obsérvese en el 1:48 el plano del crucifijo, porque la Ciccone no renuncia a otra de sus señas de identidad en materia de levantar polémicas: la religión (se repite en el 3:32, cuando la cámara pasa por un Cristo que preside esa habitación repleta de pecado). A partir de aquí, el video se vuelve extraño, y sin que el guion lo explique, Madonna ya no está en la cama con Ward sino con Amanda de Cazelet, modelo europea (imposible encontrar de qué parte), siendo una escena lésbica (aunque bastante andrógina) que fue otro de los pilares de la controversia de "Justify my love". Tony Ward, por su parte, no parece en absoluto disgustado con este girl-on-girl improvisado.

"Malito me estoy poniendo"

El bailarín cuya silueta vemos contorsionarse como una culebrilla entre plano y plano es José Gutiérrez, uno de los miembros del cuerpo de baile de la gira "Blonde Ambition Tour" y también coreógrafo del video de la canción "Vogue". Destaquemos su elasticidad, que tan resultona queda.

Me fascina el 3:05, el momento a partir del cual Madonna pone la mayor cara de zorra dominadora de toda su carrera y pronuncia, mientras se recuesta con una lentitud que nos habla de unos abdominales de acero, unas palabras que me resultan hiper-eróticas: "Talk to me // Tell me your dreams // Am I in?"

Justo a continuación, una réplica de la Charlotte Rampling de "Portero de noche", con sus tirantes sin sujetador y su gorra de plato, aborda a Tony Ward, que de repente (las ensoñaciones es lo que tienen), está hecho todo un sumiso, con su indumentaria fetichista y sus manos (suponemos) atadas a las espalda.

Pedro Jota no es el único que lleva tirantes

El resto del videoclip es una sucesión de imágenes elegantemente sexuales, con homosexuales, fetiches, sadomaso light, lencería, el culaco prieto de Madonna, y un Tony Ward algo confuso, que no sabe muy bien ni dónde está ni haciendo qué con quién.

Para cerrar, Madonna deja a Tony atrás (qué metáfora) y visiblemente recuperada de su dolor de cabeza inicial, abandona el hotel a toda prisa, riendo por el pasillo. Al final, una frase sobreimpresa: "Pobre es el hombre cuyos placeres dependen del permiso de otro".

A día de hoy, el video sigue siendo uno de los mejores de Madonna por su estética y su contenido, su carácter desinhibido. No ha envejecido mal porque no contenía ninguna alusión a la actualidad de 1990, sino a un tema intemporal como la libertad sexual, el respeto a las preferencias de cada cual mientras sea entre adultos, la diversión sana...



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